Historia del Valle de LanaLa huella humana aparece en el Valle de Lana desde antiguo. Se han descubierto cuatro castros (poblados fortificados con una muralla donde los habitantes se ponían a resguardo), de la Edad de Hierro. Dos de ellos se hallan en las entradas naturales del valle, el primero en la conocida como Peña de la Gallina, en Gastiáin y el otro el de Galtzarra , término entre Viloria y Galbarra.

    Lápida funeraria romana procedente de la ermita de San Sebastián de Gastiáin, hoy en el Museo de Navarra

    Lápida funeraria romana procedente de la ermita de San Sebastián de Gastiáin, hoy en el Museo de Navarra

    De época romana han quedado numerosos restos entre ellos, alguna moneda, pero lo más importante son las 32 lápidas funerarias que se reutilizaron en la construcción de la ermita de San Sebastián de Gastiáin. De ella se ha escrito que contiene uno de los conjuntos epigráficos más interesantes de Navarra y también de los más estudiados. En 1788 el entonces abad de Gastiáin ya envió a la Real Academia de la Historia un informe sobre ella y en 1868 la Comisión de Monumentos de Navarra le encargó a Nicasio Landa (cuyo abuelo era de Gastiáin) un informe y en él incluyó una ilustración de la pared frontal donde se ve perfectamente la ubicación de cada estela. Años después, en 1928, Altadill también dejo constancia de ello con sus fotografías.
    En 1924 la Comisión de Monumentos habla ya de que varias lápidas han sido destruídas con motivo de unas obras y pide por ello las oportunas explicaciones, y en 1946 las estelas que quedaban fueron desmontadas y llevadas al Museo de Navarra, donde hoy se pueden ver algunas de ellas. Entre las desaparecidas está la que representa el escudo del Valle, que se situaba sobre la puerta de acceso a la ermita.

    Las primeras noticias escritas conocidas sobre Lana son de 1099 y posteriormente de 1122, cuando el señor Veila Veilaz deja en su testamento al monasterio de Irache todos los bienes que poseía en el Valle de Lana.
    En la Crónica del Príncipe de Viana, aparece citado como uno de los territorios que formaron parte de la Vieja Navarra desde sus orígenes.

    Toda la Edad Media fue una época conflictiva para el Valle. Cuando en el año 1200 Alava y Guipúzcoa se separan de la Corona de Navarra uniéndose a Castilla, Lana queda en la frontera entre los dos reinos, por lo que sufrirá durante siglos continuas incursiones, robos, incendios… Ante esta situación, la postura que tomaron los reyes de Navarra fue dar a sus pobladores una serie de privilegios para que continuasen fieles al Reino.
    En la relación de castillos reales en los siglos XIII y XIV, aparecen citadas “las cuevas de Lana“, que eran unas fortificaciones cercanas a las rocas desde donde se ejercía la vigilancia.
    En 1281 Guerin d´Ampelius, gobernador de la reina Juana I, promete al Valle tenerlo “en sus buenos fueros y costumbres”, el alcalde será elegido por ellos, el Merino será de la tierra etc. A cambio se les exige que solo puedan reconocer como señor al Rey de Navarra.
    Estos fueros se renuevan y amplían años después por los sucesivos reyes.
    En el siglo XIV, para protegerse de los continuos robos de ganado y ataques, el Valle forma junto con otros territorios una Hermandad para proteger el Reino, a la que aporta 40 hombres.
    En la Guerra Civil de 1461, Gastiáin fue incendiada y como compensación, el Rey le perdona el impuesto que pagaba por el despoblado de Iriberriberrigutxia.
    La situación del Valle llega a ser desastrosa. Por lo que en 1511, los últimos reyes de Navarra les reducen nuevamente los impuestos, pagaran una pecha de 20 cornados anuales por cada uno de los 85 hogares del valle.

    Libro de armería con el escudo del Valle de Lana

    Libro de armería con el escudo del Valle de Lana

    En el siglo XVI tras la conquista de Navarra , terminan los conflictos fronterizos volviendo nuevamente la calma al valle.
    Los habitantes exigirán a la corona que todos los privilegios que habían ido acumulando durante siglos, les sean reconocidos.
    En 1630, Felipe IV hizo al Valle la última concesión de armas municipales a nivel de Navarra y reconoció como hijosdalgo a todos los naturales por “antiquísimas mercedes”.
    En 1665 los vecinos lograron que el alcalde en corte de Navarra D. Isidoro Camargo, les concediera en nombre del rey el privilegio de que todos los originarios de Lana fuesen admitidos como nobles allá donde vivieran, pudiendo utilizar el escudo de armas del Valle. A cambio pagaron 3000 reales.

    En el año 1774, para que sus privilegios no cayeran en el olvido y para que los originarios del valle no fueran confundidos con los nuevos pobladores, se determinó inscribir ante un notario cuales eran “las Casas y Familias antiquísimas que en la Universidad y Valle de Lana existían” cuando en reconocimiento a sus servicios y fidelidad les fue concedida la gracia de Nobleza. En este documento aparecen citadas : 12 casas de Fernández, 8 de Mendaza, 7 de García, 6 de Landa, 6 de Andía, 4 de Miguel, 4 de la Calle, 4 de Ramírez, 4 de Gaviria, 4 de Álvarez, 3 de Ancín, 3 de Basterra, 3 de Asarta, 2 de Ulibarri, 2 de Lander, 2 de Martínez, 1 de Montón, 1 de Gil, 1 de Andrés, 1 de Lenza, 1 de Díaz, 1 de Acedo, 1 de Vera, 1 de Cambra, 1 de Coparacio, 1 de Erralde.
    Este auto fue aprobado y confirmado como Ejecutorial de Hidalguía en 1785, y se imprimió para poder ser utilizado por todos los interesados.

    En las Guerras Carlistas, el General Zumalacárregui libró en esta zona la Batalla de Arquijas. El valle se convierte en esta época en un lugar de paso para tropas y en Narcué se hace un hospital para atender a los heridos de guerra.

    Tras las reformas municipales de 1835-1845 el valle de Lana quedó constituido como ayuntamiento integrado por cinco concejos.

    En el siglo XX Lana se fue despoblando progresivamente hasta tal punto que se ha comparado su emigración con la de Andalucía. En 1940 contaba 908 habitantes, y a partir de aquí comienza a descender acentuándose con la llegada de la industrialización cuando gran cantidad de vecinos se trasladaron a ciudades como Bilbao y Vitoria buscando mejores condiciones de vida. En 30 años la población se redujo a menos de la mitad, pues en 1970 había censadas 423 personas, y esto ha continuado hasta nuestros días aunque parece que los últimos años se mantiene mas estable.

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